Las mamás no deberían de morir

Le escuché esta frase a una de mis compañeras.
Mientras revisaba el periódico y tomaba mi segundo café de la mañana, en la sala de redacción se discutía cómo cambia la vida de una familia cuando la madre falta.
La historia de Martha, una joven mujer que murió de cáncer sirvió de ejemplo para reforzar la idea. Ella falleció dejando en la orfandad a sus tres hijos, en tanto, su esposo, tal vez asustado por la responsabilidad de criarlos solo, decidió irse a Estados Unidos. Los niños, quedaron a cargo de una tía imposibilitada por la naturaleza para tener descendencia. Hoy recibía la oportunidad de tener su propia familia.
La frase rebotó en mi cabeza durante días, hasta que llegó otro nombre, con otro rostro y otras circunstancias.
Ofelia de 43 años fue vencida por un problema hepático, pero en su despedida por la comunidad del Colegio Anáhuac Chapalita, recibió todo el cariño que sembró durante años. Era una madre entregada, fuerte, valiente y cuidadosa de que sus tres pequeños cumplieran sus sueños, fueran felices y disfrutaran cada una de sus etapas en la escuela. Todos la recuerdan con cariño, pero solo ellos saben cuánto les hará falta. En las prácticas de futbol, en los cumpleaños, las graduaciones, los primeros novios y las bodas.
Mi hija me platicaba lo hermoso que estuvo la misa de cuerpo presente en el auditorio del colegio cuando la interrumpí

-Como dice mi compañera...Las mamás no deberían de morir

Ella volteó y de inmediato me replicó

-Y porqué los papás sí?

Tenía razón, hace casi seis años la muerte de Héctor nos cambió la vida. El fue para mi un gran hombre, un esposo maravilloso, un caballero, un periodista íntegro, pero para Ale, era más que su papá. Su cómplice, su protector, su héroe. Gracias a él quiere ser cineasta. Adora y sigue las producciones de Tim Burton, lo recuerda cada vez que pasa por un Office Depot donde le compraba plumas, colores, libretas y borradores. No se olvida que El espantatiburones fue la última película que vieron juntos. Solo ella sabe, como muchos otros niños, lo que puede hacer falta un papá

-Tienes razón Alejandra, los papás buenos como el tuyo, tampoco deberían morir.

Por Gricelda Torres Zambrano

5 comentarios:

Unknown dijo...

Los padres nos dan todos y no deberían de morir, es una gran historia la que relatas, donde das a conocer casos inclusive el tuyo; en el cual Ale tiene la fortuna de tener una madre extraordinaria, excelente amiga y sobre todo un gran ser humano que se merece todo lo mejor.

Izabel Dietrich de Vergara dijo...

Qué linda tu hija! Tengo unos sobrinos que perdieron su papá en la adolecencia (por cierto, era mexicano, se llamaba Jorge Ignacio Ayala Lara), en 2003. Fue un accidente fatal en una carretera de Brasil. Y así como Alejandra, lo disfrutaron mucho durante poquísimo tiempo. Hay que valorar la calidad de las relaciones.
Acepté tu invitación de participar de tu blog. Es un honor para cualquier radioescucha, creeme.
Un saludo especial.

Ale dijo...

... y los papás tampoco efectivamente; desde hace algún tiempo he querido escribirte y no sé por que razón no lo había hecho, pero ayer viernes que escuche lo de tu blog, me pareció que tenía que hacerlo y lo estoy haciendo... el periodista, el hombre, el ser humano que describes de Héctor es el mismo que yo conocí, él y su papá trabajaban en la redacción de El Occidental y yo en la gerencia regional; entonces no me cabe la menor duda que se convirtió en ese padre cómplice, esplendido, preocupado y amoroso que describes; pero también tengo que decir que encontró a una mujer maravillosa, fuerte y amorosa para formar una familia, esto lo digo, no porque tenga el placer de conocerte en persona, pero como tengo tantos años escuchando tu trabajo por las mañanas y antes por las noches, es que tengo esa sensación y visión de tu persona; yo creo sinceramente que Héctor en donde quiera que este, se siente inmensamente feliz y orgulloso de ver todo lo que han logrado Alejandra y tú y yo me uno a su alegria y a las bendiciones que les manda a diario. Con mi admiración y respeto les mando a las dos un fuerte y cariñoso abrazo.

Anónimo dijo...

Gricelda:
Espero te encuentres muy bien =) me agrada mucho tu blog!!
se me puso la piel chinita con la historia "las mamás no deberían de morir" no, no deberían morir, ni los papás... tienes razón. Tan pocas líneas dicen tanto, me dejan reflexionando.. por aquí andaré leyendo. Saludos para ti y tu hija.

Alberto Gutiérrez dijo...

Impresionante. Las palabras usadas para lo que más sirven, la tecnología al servicio de las personas... que más te digo? Mi padre se nos adelantó -las personas empiezan a morir cuando las empezamos a olvidar- y todos los días me visita un ratito. Hermoso texto, felicidades.